lunes, julio 24, 2006

Entrevista a Jaime Palop en ABC

 Araceli Costa

Dice que su obligación es irse a la cama amargado pensando en que no llueve, aunque confía en que las medidas puestas en marcha y el ahorro nos permitan «aguantar» hasta las ansiadas lluvias del otoño. Jaime Palop está convencido de que es el momento de hacer una nueva planificación del agua y no duda en decir que ésta pasa por territorializarla. Una demanda que está llegando vía estatutos de autonomía y que podría marcar la segunda transición en la política del agua en España.

-El segundo cartucho de precipitaciones, el de la primavera, ha fallado. ¿Cuál es la situación?

-Hubo un año que fue excepcional, 2004-2005, récord histórico en falta de precipitaciones, el año más seco en todos los registros, y que deja una situación mala prácticamente en toda la Península, quitando la cornisa cantábrica. En este segundo año 2005-2006 empieza a llover más y se han producido unas precipitaciones muy por encima del primer año. Sin embargo, ha llovido de una forma que ha ido poca agua a los embalses. De hecho estamos en una situación por debajo de lo que es la media. La estadística nos dice que estamos seis puntos por debajo en todos los lados, pero no es así.

-¿Dónde es más crítica la situación?

-El segundo año de sequía se ha centrado en unos ámbitos geográficos muy concretos: cuenca del Segura, Júcar, Guadalquivir y la cabecera del Tajo-Segura. A pesar de ser un año con más lluvias, las aportaciones han sido similares a las del año pasado, con lo cual estamos en un ciclo plurianual de sequía, dos años secos. Y esos dos años secos han dado como consecuencia que llevamos ya desde el mes de julio del año pasado en situación excepcional en Entrepeñas y Buendía, que es el cordón umbilical que da agua suficiente para mantener vivo el tejido productivo e incluso de abastecimiento de Murcia, Valencia y parte de Andalucía.

-Pero esos receptores dicen que no es suficiente el agua que les está llegando.

-Es el Consejo de Ministros quien tiene que tomar esa decisión en una situación terriblemente compleja porque tiene, por un lado, que calibrar lo que significaría adoptar una postura de prudencia, de tratar de retener agua para poder mantener el máximo tiempo posible la disponibilidad y, por otra parte, tiene que dar agua para poder realizar una actividad económica, social, turística, ambiental, de abastecimiento a las poblaciones y de mantenimiento del arbolado. Y esa es la situación que tenemos en el Segura. El Júcar está en una situación muy mala, pero aún tiene agua porque afortunadamente los acuíferos están todavía en posibilidades de usarse de forma intensiva. Por tanto, no prevemos que vaya a haber problemas en el abastecimiento a las poblaciones de Castellón, de Valencia y Alicante, salvo en los de la Mancomunidad de Canales del Taibilla.

-¿Por qué?

-Aquí lo que ocurre es que hay un río Taibilla escaseando, unas desaladoras que empiezan a ser una realidad y que están empezando a producir agua -el año pasado fueron 40 hectómetros, este año vamos a tener 80- y otra parte que te viene del Acueducto Tajo-Segura (ATS). La gran paradoja es que nos encontramos posiblemente en el último año que nos pueda hacer falta de una forma decisiva el trasvase, porque ya el año que viene empezaremos a tener unos recursos procedentes de la desalación que se asemejan a los que son los recursos del trasvase. El problema del ATS está en el enlace del estiaje y la falta de precipitaciones del verano con las lluvias que empiezan a producirse en otoño. Esa es la gran situación que hay ahora mismo pero, a partir de marzo, que es cuando empieza otra vez la falta de precipitaciones, ya tendremos en marcha tantas desaladoras como agua te proporciona el ATS.

-Eso en marzo, ¿y cómo llegamos al otoño?

-Lo que se trata es de ver cómo se va a alcanzar la época de lluvias. Por eso, el Consejo de Ministros ha decidido que el último trasvase fueran 33 hectómetros en lugar de 39. Junto con los otros recursos, esto supone que van a tener suficiente agua menos un 5 por ciento, para realizar el abastecimiento a la población ordinaria y la estacional. Con eso tenemos una reserva para enlazar con los meses húmedos. Si tarda mucho en llover tendríamos que movilizar una estrategia complementaria que está también prevista. La pregunta es: ¿Ese 5 por ciento es mucho o es poco? ¿Va a generar penurias y dificultades para llegar a final de mes en términos hídricos? Tenemos experiencias muy recientes. En Madrid se está ahorrando ahora mismo el 14 por ciento y hace ya bastantes meses que se levantaron las restricciones. En Cataluña, con la sequía pasada, también se ahorró del orden del 9 por ciento, y eso sin provocar cortes y sin hacer ningún tipo de operación especial, simplemente porque la población se concienció.

-En el Levante también se ahorra.

-Sabemos que es la zona de España que más ahorra, la que más eficazmente emplea el agua, con lo cual tenemos una ventaja añadida frente a otros ámbitos territoriales, y es que nos van a entender cuando digamos que hay que pasar a una situación de apretarse un poquito el cinturón, porque si somos capaces de ahorrar ese 5 por ciento, si somos capaces de contener la demanda, vamos a enlazar con la época de lluvias. Y lo que se está demandando a las comunidades y ayuntamientos es que participen activamente. La verdad es que no estamos teniendo mucha suerte, a lo mejor es que no lo estamos planteando bien y parece que se está haciendo con un poco de agresividad, pero en realidad nuestro planteamiento es muy humilde. Si no somos capaces de ahorrar un 5 por ciento significa que ese déficit se va a acumular a final de septiembre. Si no somos capaces de cumplir un objetivo tan modesto, entonces el fracaso va a ser de todos. En la sequía de los 80, lo pasamos muy mal pero la superamos porque todos íbamos de la mano. En los 90, lo mismo. Tenemos que trabajar conjuntamente, sin mirar cuál va ser la repercusión política, porque cuando hay un problema tan gordo como la sequía encima de la mesa, no hay política, sino que hay que poner soluciones.

-¿Con ese ahorro del 5 por ciento, nos aseguramos que no haya más restricciones?

-Ahora mismo hay restricciones voluntarias de los ayuntamientos. Estamos hablando del Levante, que es la zona que está pendiente de un hilillo. Si se le dice a la gente que hay sequía, ya tienes ganado ese 5 por ciento. De hecho, ahora se está consiguiendo el 3,9. Lo que nos da miedo es que es una cosa tan voluntarista, que pueda dispararse nada más que lleguen los turistas. Ellos no son conscientes de la situación y no tienen la preparación ni la adaptación de los 2,5 millones de residentes que saben lo que es una sequía, que saben que la están pasando.

-Está claro que el trasvase del Tajo está garantizando el abastecimiento al Segura. ¿Mantiene que el ATS tiene los días contados?

-Yo he dicho que lo que hay que plantearse es el funcionamiento futuro. Aquí hay que hacerse varias preguntas: ¿Partimos del supuesto de que el funcionamiento del Tajo-Segura no es satisfactorio para Castilla-La Mancha? ¿En esa región está cuestionado? ¿En Murcia está cuestionado? Luego, si es un trasvase entre dos zonas y las dos zonas de alguna forma manifiestan reparos, habrá que hablar y habrá que sentar las bases del funcionamiento futuro. Sin dramatismos. Yo lo que siempre he dicho es que no puede ser que esta infraestructura genere las tensiones que está generando, porque esto ni es sano ni es viable. Porque la viabilidad es técnica, ambiental y económica pero también social y territorial, y ahí hay un punto de desequilibrio que hay que retomar. Con la sequía, de alguna forma se están calentando las baterías y se están generando unas tensiones adicionales. En ese sentido, yo sí que pienso que viene un momento muy importante e interesante en el que hay que hacer una planificación nueva, es obligado por ley. Y esa planificación tiene que tener presente el ATS y tiene que reformularse cómo va a funcionar.

-En esa reformulación, ¿hay cabida para un trasvase desde el Tajo Medio como propugna Murcia?

-Hay hechos objetivos, y es que Murcia necesita agua del Tajo, porque si no no puede desarrollar su actividad económica y eso tendría unas repercusiones importantes para el conjunto del Estado, y porque hay una población importante que vive del ATS como se está demostrando estos días. Pero en el Tajo también hay necesidades. Hay que ver qué recursos hay para el desarrollo futuro, porque además estamos hablando de unas comunidades autónomas que no tienen costa. Y en la costa siempre se puede hablar de que, para los usos más exigentes y a un precio que lo puedan pagar, está la desalación, pero en el interior tienen los recursos que tienen en la propia cuenca. Esto es un tema que no agobia ahora pero que en un futuro tendrá que plantearse. En todo ese conjunto de reflexiones, de necesidades de ambas partes reconocidas, no sólo de abastecimiento a poblaciones, sino que estamos hablando de desarrollo y de mejora de la calidad de los recursos circulantes, y en base a una planificación tiene que haber una solución específica y nueva de trasvase.

-Entonces, ¿debe haber un trasvase desde el Tajo al Segura?

-Sí, yo lo creo, porque lo contrario sería condenar a una parte importante del territorio.

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