lunes, mayo 07, 2007

Entrevista a Eduardo Mestre, nuevo director de la Tribuna del Agua

Actualización: Tras el comentario de los amigos del blog de la Expo, dejo el video de la intervención de Eduardo Mestre:



La Tribuna del Agua es el tercer pilar sobre el que se asienta Expo Zaragoza 2008, tras las exposiciones y los espectáculos. Su papel es convertirse en los ideólogos de la muestra internacional y desarrollar un debate mundial acerca del agua y el desarrollo sostenible. Esta tarea ha recaído recientemente en la persona de Eduardo Mestre, un especialista en temas hidráulicos que ha dirigido la gestión de cuencas durante muchos años y en los últimos tiempos ha colaborado en proyectos de gestión de diferentes países como Nicaragua, Sudáfrica o Nepal, además de trabajar para organismos como el Banco Mundial o la Unión Europea.

Pregunta.- La Tribuna del Agua quiere sacar un documento que recoja la voluntad de los países participantes en la Expo por una nueva visión del agua: La Carta de Zaragoza. ¿En qué se diferenciará la Carta de Zaragoza de otros documentos internacionales, como Johannesburgo y Kyoto, que han resultado papel mojado?

Respuesta.- Cuando se establecieron compromisos, en el caso de Johannesburgo y Kyoto, los compromisos se colocaron de una manera tal que, o bien los intereses, o bien los umbrales para el cumplimiento de las metas eran tan elevados que finalmente va al traste. Lo que no quisiéramos es que la Carta de Zaragoza se quedara como un saludo a la bandera. Necesitamos que sea un referente a nivel mundial.

Los casos de Kyoto y Johannesburgo tienen una voluntad de cambio loable, pero la altura de sus compromisos ha sido motivo de frustración, irritación y pérdida de esperanza en los seres humanos que tenemos capacidad de revertir esta situación. En el caso de la Carta de Zaragoza, se va a buscar primero la voluntad, y los compromisos se irán construyendo por el camino.

P.- ¿Cómo se conseguirá que sea un documento referente a nivel mundial?
R.- Una razón para que sea referente a nivel mundial es que, en todas las cartas que ha habido de agua en los últimos ocho o diez años no se ha llegado a acuerdos, y cada vez que se ha intentado la firma de una epístola de estas características ha sido un fracaso. Nosotros tenemos que intentarlo de una manera distinta y, además, la diferencia es que estamos dando un giro, trabajando hacia una modalidad distinta. En este tipo de documentos siempre han dejado fuera el trabajo de tipo social, humanista, y si no se toma adecuadamente la propuesta del foro se convierte en la propuesta de un congreso más. Queremos crear un debate vivo muy fuerte y alumbrado desde un foco distinto, que saque de balance al típico científico que quiere decir su cosa una y otra vez. Hay que atender fundamentalmente el punto de vista social y económico.

P.- ¿Puede adelantar alguno de los contenidos de la Carta de Zaragoza?
R.- Hoy se mueren 10.000 niños al día en el mundo por enfermedades relacionadas con el acceso al agua, pero de la Carta de Zaragoza no se puede esperar una oferta de cuantos niños más tendrán agua en África, por que no buscamos eso. No le toca a Expo Zaragoza. De lo que se trata es de que los niños que vengan tengan una concepción distinta del agua. Sin embargo, uno de los puntos de la Carta de Zaragoza se referirá al agua limpia, seguro. También habrá un punto referido al agua en su relación con la energía, puesto que hoy en día son elementos que no se puede disociar. El mundo “occidental desarrollado” dispondrá de desaladoras mientras que la situación será muy distinta en el mundo subdesarrollado donde el agua escasea; veremos cómo la gente pobre pueda tener agua.

P.- ¿Qué opina de las tasas por contaminación?
R.- Las tasas que hoy se están pagando en Francia, México o Brasil son tasas que han sido equivocadamente dadas, puesto que con ellas lo que se está haciendo es dar permiso para contaminar. Precisamente, hay que hacerlo en una dirección distinta; hay que ver como premiamos a aquel que tenga una política de cero vertidos. Además, hay que involucrar en esta lucha a todos los agentes sociales; no vale que el Estado limpie el agua. Así, estamos todos pagando por unos cuantos. Pongamos un ejemplo: La instalación de una industria que cree 2.000 puestos de trabajo en cierto lugar no tienen porqué ser bueno, hay que contrastarlo. Nosotros, como comunidad universal, debemos realizar un simple análisis financiero que nos puede decir que nos sale más caro la recuperación de los daños que lo que se produce en la planta. El costo asociado es infinitamente mayor de todo lo que hemos producido.

P.- Con motivo de la última riada se han alzado una serie de voces que han criticado el “desperdicio” de agua que ha ido al mar. ¿Qué opina del asunto?
R.- Esas voces no han visto lo que acusa el planeta que el agua no llega al mar. Cuando se corta el flujo de agua, esa porción del mar se va a morir y entonces malo porque, como ocurre en algunos tejidos finos del ser humano la célula de al lado muere también y así sucesivamente. No vayamos a crear una necrosis en nuestro mar. Esto tampoco quiere decir que no lo toquemos. El equilibrio es la solución a todos nuestros problemas. Hay que dejar que la naturaleza tenga capacidad de restañar sus heridas.

P.- ¿Es el agua un bien escaso?
R.- No, no hay escasez de agua. La escasez es un tema que pasa por tecnología, cultura y acepción de la administración de la cosa pública. Pongamos otro ejemplo: En la ciudad de Los Ángeles el uso per cápita es 400 litros por día. Frente a ello, en Zaragoza, con un uso hídrico muy parecido el consumo de agua está en torno a los 100 litros por habitante y día. En Zaragoza durante la última década y media la reacción no ha tenido que ver con el agua, sino que ha tenido que ver con cultura, lo que a mi me parece hermoso. Que haya ahora 50.000 personas comprometidas con el buen uso es algo inédito. Se trata de un movimiento cívico y cultural interesantísimo y que vale la pena destacarlo enormemente; a uno le hace vibrar ver que el ser humano puede reaccionar así.

P.- ¿Qué evolución ha tenido la gestión del agua?
R.- La gestión del agua empezó como una tarea más acabada a partir de la época de la revolución industrial, porque era necesario empezar a hacer una administración mucho más vertebrada en relación del agua y las sociedades. Entonces surge esa necesidad de tener un proceso que vaya atando a una serie de elementos importantísimos como la cultura, los procesos económicos, las instituciones, los conocimientos y las creencias. Una parte de la gestión del agua es la gobernabilidad del agua; la gestión del agua se ha ido convirtiendo en mucho más compleja. En sociedades como la española se han tenido que dar concesiones, como una figura jurídica, con una relación muy formal del Estado y una localidad. Hoy la gestión del agua se observa desde el punto de vista político, legal, y administrativo, pero hemos olvidado que estamos frente a un ser vivo.

P.- ¿Cómo encaja la reserva hídrica del Estatuto de Autonomía de Aragón en la gestión del agua? R.- La reserva hídrica, a mediano y largo plazo, no va a poder soportar el juicio de la Historia, porque debemos regresar a los principios de que la gestión del agua conlleva el interés de las mayorías. Hay que encontrar soluciones coherentes para las minorías, pero no podemos trabajar para ellas. La reserva hídrica en el corto plazo atiende a lo que rige la Ley. Pero yo llamaría a reconsiderar que, en algún tiempo, se revise el origen, las razones y las consecuencias de la reserva hídrica, y que veamos cómo se puede responder al interés de todos. El dominio de las aguas es del Estado y, sobre esa base, debemos ir construyendo.

P.- En el caso europeo, algunos asuntos en materia de agua han pasado a ser competencia de la Unión Europea, como en el caso de la Directiva Marco.
R.- La Directiva Marco tiene en algunas visiones en las que se concentra el pensamiento ilustrado europeo muy de vanguardia y propositito, para mejorar la relación de hombre y sociedades con el agua. Hoy el agua se ha vuelto urbana, lo que nos lleva a la necesidad de cambiar la relación con el agua y, seguramente, directivas como la Directiva Marco nos van a ir orientando hacia esos principios. Son retos pero “el que no cambia muere”.

P.- ¿Esto incluye a las actuales instituciones que controlan la gestión del agua?
R.- Es fundamental que prevalezcan los criterios que van más allá de la estructura que hoy empieza a verse poco a poco vieja, que acusa la edad, como la de las Confederaciones Hidrográficas o la de las Agencias del Agua. En el caso español, la más antigua de todas, la Confederación Hidrográfica del Ebro, ha sido una institución magnífica, pero que poco a poco requiere irse adecuando, no a un cambio de discurso, sino de una adaptación a un mundo distinto. Hoy ya no estamos en una economía agrícola, aunque sea muy importante; ya no estamos en la transición de una España rural a urbana. Ahora, estamos ante una España distinta, inserta en un mundo distinto donde el agua se va en otros productos distintos de la industria y los servicios.

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